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“Abuso sexual”

 

El abuso sexual se produce con mucha frecuencia en el entorno familiar o cercano. Esta es una de las realidades más duras y a menudo invisibilizadas del abuso sexual, especialmente cuando se trata de niñas, niños y adolescentes.

 

Los estudios muestran que la mayoría de los abusos sexuales contra menores ocurren dentro del entorno familiar o cercano: padres, padrastros, hermanos, tíos, abuelos, primos, vecinos o amigos de la familia.

 

Las cifras pueden variar según el país y la fuente, pero los estudios coinciden en que:

 

Entre el 70% y el 85% de los casos de abuso sexual infantil son cometidos por personas del entorno cercano a la víctima (familiares directos o personas de confianza).

Entre el 30% y 50% de los abusos son cometidos por un familiar directo (padre, padrastro, tío, hermano).

Solo entre el 10% y el 20% de los abusos son perpetrados por desconocidos.

 

Fuente orientativa: UNICEF, Save the Children, OMS y estudios judiciales y forenses de distintos países.

 

 

¿Cuál es la situación habitual?

Edad frecuente de las víctimas: la mayoría son menores de edad, con una alta incidencia en niñas de entre 5 y 13 años.

Duración del abuso: puede ser un hecho aislado, pero en muchos casos se trata de abusos sostenidos durante años.

Espacio de confianza: el abusador se aprovecha del vínculo emocional, la dependencia o el miedo que genera en la víctima.

Entornos donde sucede: en casa, durante visitas familiares, en momentos donde la víctima queda al cuidado del agresor.

 

 

¿Por qué la víctima lo encubre?

 

Hay múltiples razones psicológicas, sociales y familiares que explican por qué la víctima, especialmente si es menor, no denuncia o calla durante años:

 

*Miedo:

.-A represalias del abusador.

.-A que no le crean.

.-A que se rompa la familia.

.-A ser culpada o castigada.

 

*Vergüenza y culpa:

Muchas víctimas creen que hicieron algo malo o que lo “provocaron”.

Se sienten “sucias”, confundidas o avergonzadas.

 

*Manipulación emocional:

El abusador puede amenazar, chantajear o convencer a la víctima de que es “su secreto”.

A veces, el agresor dice que es una “forma de amor” o que si habla, algo malo pasará.

 

*Protección de otros:

Algunas víctimas no hablan para no dañar a su madre, hermanos u otros miembros de la familia.

 

*Falta de información o lenguaje:

Especialmente en niñas o niños pequeños, no saben nombrar lo que les pasa o no lo comprenden del todo.

 

 

Reflexión 

El abuso sexual en el entorno familiar es más común de lo que la sociedad está dispuesta a aceptar. El silencio de las víctimas no es complicidad, sino un mecanismo de supervivencia en un sistema que muchas veces no escucha ni protege a tiempo.

 

El abusador sexual, especialmente en el entorno familiar, no es un “monstruo” reconocible a simple vista. Suele ser alguien aparentemente normal, incluso querido o respetado. Entender qué busca y cuál es su perfil psicológico ayuda a detectar y prevenir el abuso, porque este ocurre muchas veces bajo el disfraz del cariño, la confianza o el poder.

 

 

¿Qué busca el abusador?

 

Satisfacción sexual desviada
Aunque puede haber componentes de poder o control, el abusador generalmente busca gratificación sexual a través de la dominación de una persona vulnerable.

 

Dominio y control
No siempre se trata solo de placer sexual. Muchos abusadores disfrutan del poder psicológico que ejercen sobre la víctima: manipular, someter, callar.

 

Impunidad
Elige víctimas vulnerables, que no puedan defenderse ni denunciar. Calcula entornos donde tiene autoridad o confianza, y donde es poco probable que lo acusen.

 

Vínculo afectivo falso o confusión emocional
Algunos justifican sus actos como “demostraciones de afecto”, especialmente con menores. Manipulan el concepto de amor y cercanía para que la víctima no identifique el abuso.

 

Repetición de patrones
En algunos casos (no en todos), los abusadores han sido víctimas de abuso en su infancia y repiten el patrón como forma inconsciente (aunque no excusable) de expresión o poder.

 

 

No existe un único perfil, pero hay rasgos comunes según los estudios 

 

.-Hombres, en su mayoría (aunque existen mujeres abusadoras, son menos frecuentes).

.-Edad: muy variable, pero muchos son adultos entre 30 y 60 años.

.-Apariencia socialmente normal: pueden ser padres, abuelos, profesores, sacerdotes, entrenadores, etc.

.-Poca empatía y alta capacidad manipuladora.

.-Pueden presentar trastornos de personalidad, como:

.-Narcisismo.

.-Psicopatía o rasgos antisociales.

.-Trastornos del control de impulsos.

.-A veces tienen una vida sexual insatisfactoria o desadaptada con adultos.

 

 

Tipologías frecuentes según la criminología:

 

.-Abusador oportunista: No lo planifica, pero aprovecha momentos de poder y vulnerabilidad.

.-Abusador planificador: Organiza el entorno para acceder a la víctima de forma sistemática.

.-Abusador dependiente emocionalmente: Se vincula con la víctima como si fuera su pareja.

.-Abusador con parafilias: Tiene impulsos sexuales desviados hacia menores o personas indefensas.

.-Abusador serial: Repite el patrón con varias víctimas, muchas veces a lo largo de años.

 

 

Rasgos que pueden levantar sospechas (en contexto familiar):

 

.-Busca estar a solas con la víctima de forma frecuente.

,.Regala cosas en secreto o muestra afecto físico excesivo o inapropiado.

.-Desautoriza o manipula la autoridad de los padres para acercarse al menor.

.-Es celoso de las relaciones de la víctima con otros (aislamiento).

.-Tiene comentarios ambiguos o sexualizados.

.-Niega el abuso con frialdad o victimismo si es confrontado.

 

 

Reflexión 

El abusador familiar suele actuar en silencio, con planificación y bajo el escudo de la confianza o el afecto. Identificar sus motivaciones y patrones no es para justificarlo, sino para prevenir el daño, proteger a las víctimas y romper el silencio.

 

 

El abuso sexual, especialmente cuando ocurre en la infancia o dentro del entorno familiar, deja huellas profundas en la vida de la víctima. Aunque muchas personas logran construir una vida plena y significativa, las secuelas pueden durar años —o toda la vida— si no hay acompañamiento, escucha y reparación.

 

¿Cómo afecta a las víctimas en su día a día?

 

1. Autoestima y valor personal

.-Se sienten “rotas”, “sucias” o “culpables”.

.-Crecen con la idea de que su cuerpo no les pertenece o que no merecen respeto o amor.

 

2. Relaciones personales

.-Dificultad para confiar.

.-Temor al contacto físico o a la intimidad.

.-Relaciones amorosas o sexuales marcadas por:

.-Hipersexualización (usan el sexo como forma de validación).

.-Rechazo o evitación total de lo sexual.

.-Patrones de relaciones tóxicas o abusivas.

 

3. Ansiedad y estrés postraumático

.-Flashbacks, pesadillas, insomnio.

.-Hipervigilancia constante.

.-Ataques de pánico, sobresaltos con ciertos olores, sonidos o frases.

 

4. Depresión y culpa

.-Tristeza profunda, sensación de vacío.

.-Autoculpa persistente (“yo lo permití”, “yo lo provoqué”).

.-ideas suicidas o autolesiones.

 

5. Dificultades en el trabajo o estudio

.-Problemas de concentración, desmotivación, falta de sentido.

.-Miedo a la autoridad o a los espacios cerrados.

.-Trastornos alimenticios o de conducta.

 

 

Cómo puede afectar en el futuro

 

Muchas víctimas repiten patrones de silencio o soportan otros abusos sin identificarlos.

Algunas desarrollan adicciones como forma de anestesiar el dolor.

Otras sienten que no encajan en el mundo y viven en modo supervivencia.

La maternidad puede despertar viejas heridas (miedo a que les pase a sus hijos, dudas sobre cómo protegerlos, ansiedad).

 

 

Sí, es posible tener una vida “normal”

Pero esa “normalidad” no se alcanza sola, ni olvidando lo que pasó, ni silenciando el dolor.

 

Se logra con:

 

.-Terapia adecuada (psicológica, corporal, emocional).

.-Espacios seguros donde puedan hablar sin juicio.

.-Reconocimiento del daño y reconstrucción del poder personal.

.-Procesos de sanación que les ayuden a reapropiarse de su historia, su cuerpo y su dignidad.

 

La herida puede dejar de doler

El abuso sexual no destruye a la persona, pero sí marca profundamente su forma de ver el mundo, de relacionarse y de sentirse viva. Con acompañamiento y amor, la herida puede dejar de doler y transformarse en una fuente de fuerza.

 

 


septiembre2025@womanpenelope