aprende con penelope
tropezar no es malo, encariñarse con la piedra si
Tengo veintisiete años y llevo casada siete. Mi educación fue siempre muy estricta y en temas sexuales mucho más. Mis padres mantuvieron siempre un control muy directo sobre mi y sobre mi hermana pequeña a la que llevo doce años. En ese sentido, por la diferencia de edad, mi hermanita no ha podido ser nunca una complice y una ayuda en materias sexuales, tal y como ocurre con otras chicas con hermanas de edades más próximas. Además mis amistades fueron siempre muy vigilada e incluso, según he podido saber después hasta espiadas.
A los diecisiete años conocí a mi actual marido que ha sido el único hombre de mi vida, por ello tampoco puedo decir que haya tenido unas vivencias sexuales variadas por lo que carezco de cualquier tipo de experiencia comparativa.
Mi marido es una persona… digamos que muy seria. Con ello quiero significar que es metódica, trabajadora, con una educación también muy estricta y para quien, en resumen, el sexo es algo que tenemos tan solo para procrear.
A los cinco años de casada, sin saber muy bien el porqué, comencé a caer en un estado de melancolía y tristeza que no era achacaba a ninguna causa externa: Nuestro nivel de vida era envidiable, la seriedad y valía de mi marido era objeto de las mayores alabanzas de todos y de mi la primera… pero algo faltaba en mi vida.
Estuve recibiendo tratamiento médico. Los medicamentos, si bien en un principio me aumentan la vitalidad, tras esa primera fase la tristeza se apoderaba de mi con una intensidad aun mayor.
Un día oí en un programa radiofónico como una psicóloga narraba los efectos de la carencia de una vida sexual plena y parecía que describía al pie de la letra mi situación. el programa lo iba oyendo mientras conducía el coche y al entrar en un subterráneo perdí la conexión. Al salir del lugar había un spot publicitario y después comenzaba un noticiario.
En cuanto llegué a casa llamé a la emisora para solicitar datos de la citada psicóloga. Me fueron proporcionados e inmediatamente solicité día y hora para una consulta y allí fui.
Tras escuchar en silencio el relato de mi identificación con los síntomas que ella contó en la radio y tras hacerme alguna pregunta certera me dijo…
— «Amiga mía, lo que necesita usted es una vida sexual auténtica y no la pantomima que ha vivido hasta ahora.»
y acto seguido, y esa es la razón por la que le escribo mi historia, me dio la referencia de su libro «¡Haga realidad sus fantasías sexuales!» explicándome que lo leyera y que después hablara del tema con mi marido. Aprovecho esta ocasión para felicitarle por su libro que además de estar muy bien escrito permite llenar de felicidad a quien lo pone en práctica tal y como narraré a continuación.
Conociendo la tela que tenía entre manos dudaba mucho de que Carlos (así se llama mi esposo) supiera valorar y relacionar la importancia de una vida sexual plena con mi estado anímico.
Más que leer, me estudié su libro y luego hable de ello con Carlos, tal y como me dijo la profesional. Como siempre, mi marido me escucho con seriedad, tomó el libro y me dijo que lo leería y haría todo lo posible por ayudar en esa situación. De hecho, por lo menos aparentemente y ante mi, se tomó la cosa muy en serio y en los ratos libres leía el libro con interés.
— De todas las fantasías que usted relata en el libro las dos que quizás más me estimulan son la de hacer el amor con un extraño, al que encuentras en un lugar público (para lo cual tu complice ha de disfrazarse de la mejor forma posible y después hacer el juego de la seducción contigo) y la otra es la de representar una violación.
Al cabo de algunos días, después de comprar algunas cosas, volvía a casa por la mañana y después de abrir la puerta, cuando ya estaba casi dentro, sentí como me agarraban el pelo con fuerza hacia atrás para impedir que girara la cabeza y como me ponían en el costado izquierdo un objeto punzante. La persona que actuaba así, con una voz fingida, me decía …
—«NO GRITES O TE CLAVO EL PUÑAL EL EL PECHO Y TE CALLO PARA SIEMPRE. ¡ENTRA!»
Sentí un extraño alborozo al descubrir como mi marido estaba poniendo en practica lo aprendido en el libro.
Entre dócilmente, dejándome llevar por el supuesto violador, deje caer cuanto tenía en las manos, las bolsas de la compra y las llaves, y quedé en una situación que demostraba mi total sumisión al agresor…
— «AHORA -continuaba diciendo a mis espaldas la voz fingida de mi marido- SO CACHO ZORRA, QUITATE LA ROPA MUY DESPACITO Y SIN HACER NINGUN MOVIMIENTO EXTRAÑO O TE DEJO SECA EN EL ACTO»
Ni que decir tiene que el corazón parecía saltar de mi pecho y me estaba llenando de una excitación y de una vida como creo que nunca he tenido.
Me desabroche la falda y la deje caer al suelo. Me desabotoné la blusa y él me la arranco por la espalda. Después me desabroche el sujetador y a cada paso notaba como la excitación de mi atacante aumentaba por momentos. Oía su respiración, en un principio rápida y como iba pasando a ser jadeante. La mano que me agarraba la trenza del pelo temblaba por momentos moviendo consigo mi cabeza.
No menor era mi estado… Temblaba toda entera, mis manos estaban completamente mojadas de sudor, mi respiración era cada vez más superficial y… era la primera vez en mi vida que me ocurría tal cosa… mi entrepierna estaba completamente mojada y el liquido caía por mis muslos.
Por último dejé caer mis panties y completamente desnuda fui arrastrada por mi agresor hasta el dormitorio. Una vez allí me puso una capucha que tenía un orificio en la zona de la boca y que se cerraba con cuerda corredera en la parte del cuello. Tiró con brusquedad de la cuerda y sentí como se me congestionaba la cabeza y como la respiración se dificultaba. Esta nueva situación de total dominio permitió a mi atacante abandonar la presión del objeto que tenía sobre mi costado y paso ese brazo por mi cintura mientras con la otra mano tiraba con más fuerza del lazo que aprisionaba mi garganta.
Estaba presa, y me impedía cualquier movimiento libre. Me puso boca abajo sobre la cama, se arrodilló sobre mi espalda, llevó mis brazos hacia atrás y sentí una fuerte presión atenazando circularmente mis muñecas: Me había esposado las manos por detrás. Mi excitación ya no tenía limite y allí tuve un orgasmo, que no sería el último, como contaré a continuación.
Sabía lo concienzudo que era mi marido en todo cuanto hacía y vi como en contentarme se había esmerado de verdad; había planeado esa violación con todo lujo de detalles.
Ató mis tobillos a las patas de la cama, me tapó la nariz mientras decía…
— «ZORRA, LO ESTÁS HACIENDO MUY BIEN, NO LO ESTROPEES AHORA ¡ABRE LA BOCA!»
Como no podía respirar por la nariz tenía que hacer lo que decía aunque no hubiera querido obedecerle. Me introdujo a presión una pelota de goma que me llenaba toda la boca. Estaba atravesada por un cordel y me lo ató en la nuca. Esa bola me permitía respirar por sus laterales, pero al inmovilizar todo movimiento de la lengua y mandíbula impedía el que profiriera cualquier sonido.
Volvió a poner sus rodillas en mi espalda, abrió las esposas y me encadeno de nuevo, esta vez con los brazos abiertos, a las patas delanteras de la cama.
Oí como se desnudaba con lentitud y sentía su mirada lasciva sobre mí. ¡Qué bien está representando el papel mi Carlos! Pensé. Mientras tanto, de instante en instante, me iba llenando de un intenso calor y mis fluidos vaginales salian a borbotones.
Acto seguido se puso sobre mí y empezó a besarme, a morderme y a succionarme desde la cabeza a los pies. Cuando iba por las paletillas tuve el segundo orgasmo y así sucesivamente… hasta no sé cuantos…
Cuando llegó a mis nalgas las mordió primero para después abrirlas y comenzó a besar de fuera adentro y a pasar la lengua sobre las zonas que previamente besó y a mordisquear a continuación, siguiendo el mismo camino…
Ufff Gemía de placer, placer que era mayor por la inmovilidad e impotencia en que me encontraba… y hubo otros tantos orgasmos… más bien diría yo… no sé muy bien como explicarlo pero es como si estuviera en un estado de orgasmo permanente con unos picos, mayores aún, de un placer que era puro éxtasis.
Cuando introdujo su lengua por mi ano y la pasó por sus alrededores… No puedo describir bien el estado en que me encontraba… estaba a punto de perder el sentido de puro placer y creo que de hecho llegue a perderlo.
De pronto, de un salto, se puso de pie junto a la cama y dijo con su voz deformada…
— «GOLFA, PUTA, HIJA DE PERRA, RAMERA, ESTAS GOZANDO CUANDO DEBIAS ESTAS ASUSTADA. TENGO QUE CASTIGARTE POR ELLO, HIJA DE LA GRAN RAMERA…»
…. Qué bien estaba haciendo su papel mi Carlitos… qué bien…. PLASH…. PLASH… PLASH… Los golpes de la correa de su cinturón se hundían en mis carnes. De la espalda a los muslos… PLASHHH…. PLASHHH… PLASHHH… y esa unión de dolor con placer era a su vez un nuevo e inexplicable placer. Creo que por cansancio dejo de golpearme y sentí como su excitación era inaguantable.
Me giró poniéndome boca arriba. Yo a estas alturas estaba inerme como una muñeca de peluche. Ató mis tobillos y mis manos a cada lado de la cama y así, boca arriba, volvió a repetir el proceso de besar, chupar, lamer, mordisquear… desde el cuello a los pies, dejando para el final la vulva… Cuando ese momento llegó agarró la gran mata de pelo que cubre mi pubis, tiró con fuerza hacia arriba, introdujo su boca entre las olas de mi chochito y allí se aplico con frenesí… las corrientes eléctricas que recorrían mi cuerpo eran indescriptibles…
Cuando él ya no pudo más hinco su verga en mis entrañas con toda la fuerza y brusquedad que pudo y sentí que un puñal de gozo me quitaba la vida llevándome de este mundo al mismísimo cielo… Sus embites me llevaron a la gloria una… dos… tres veces y… dejé de sentirlos y entonces si que estoy segura de que perdí el conocimiento. Entre sueños llegué a oír… o creo que oí… que tampoco estoy muy segura….
— «GOLFA, LO HEMOS PASADO MUY BIEN, JAJAJAJAJA, CUANDO NO SEPA QUE HACER VOLVERÉ, JAJAJAJAJA…» Cuando me levanté, dando tumbos, con todo el cuerpo dolorido… no había ni rastro de Carlos, lo había hecho muy bien, hasta marchándose después de la supuesta violación….
Dolorida, pero feliz, más feliz de lo que nunca en mi vida había estado, llené la bañera de agua y me quedé dentro como una hora. Cuando el agua se enfriaba dejaba salir una poca y la rellenaba de nuevo con otra que salía ardiendo. Así inmersa en esa calidez permanecí gozando del recuerdo de la extática vivencia.
Oí como abrían la puerta y la voz de Carlos, ahora normal, la de siempre, que me decía…
— «Olga, ¿estás en casa?» y después al entrar en el baño y verme —«¿Que tal has pasado el día?» Ahora caigo…. el día… ¿qué hora es? me pregunto …
— ¡Las ocho de la tarde!
— ¡DESDE ESTA MAÑANA, NI HE COMIDO! ¿ CUANTO HA DURADO TODO?….
— Todo ha sido como dicen que es el Cielo… El Cielo es una eternidad…
así ha sido mi día, algo fuera del tiempo ¡UNA ETERNIDAD DE PLACER!…
Todo esto lo pensé… no quise hacer comentario alguno con Carlos para seguirle la representación…
Desde ese momento mi vida cambio totalmente. La felicidad, una felicidad como nunca la tuve se adueño de mi vida y sentía que Carlos, sin hablarme nunca de nada de lo pasado, también era otro. Sobre todo me daba cuenta de que lo hacía feliz era el verme feliz a mí.
Hasta quince veces se repitieron las violaciones. Cada vez con su variante propia… con sexo oral… anal. Anal muchas veces ¡Que placentero es el sexo anal! ¡Si las mujeres perdiéramos el rechazo al sexo anal…! ¡Estoy segura de que muchas casi practicarían solo sexo anal.! A partir de la tercera o cuarta vez su papel de violador violento dio paso al de alguien que sabe que con ello estoy gozando y que no opongo ninguna resistencia. Lo que siempre se repitió fue el que no permitió nunca que lo viera. Siempre me agarraba por la espalda y me encapuchaba…. ¡QUE BIEN HACÏA SU PAPEL! Mi marido debía pensar: ¡SI ME VE, PIERDE SU GRACÏA ESTE JUEGO DE LA VIOLACION!
De una visita cada semana, a lo mas cada diez días, de pronto, bruscamente cesaron los encuentros. Pense que sería por cansancio suyo, ya que en el trabajo llevaba un tiempo con mucho estrés. Empece a echar de menos esos gozos a los que nunca llegué a acostumbrarme y entonces fue cuando un día…. inesperadamente… el corazón se me fue de su sitio…
«Últimas noticias del juicio del Violador de la capucha….»- decía el locutor de la televisión – «como saben se le llama así porque violaba a sus víctimas poniéndoles una capucha y tapándoles la boca con una bola de caucho….» PLU, PLO, PLU, PLO, … me hacía el corazón….
«Al final tras años de búsqueda ha sido detenido y hoy comienza el proceso judicial del violador más famoso de esta región…. a treinta y ocho asciende el número de las víctimas que han denunciado el abuso de este hombre, aunque se sabe que son muchas más pues hay mujeres que no denuncian las violaciones….»
Los ojos se me llenaron de lágrimas….
¡AHORA LO ENTIENDO TODO…!
¡QUÉ SERÁ DE MÍ A PARTIR DE AHORA…!
¿POR QUÉ EL MOMENTO DE MAYOR FELICIDAD TIENE QUE SER TRUNCADO?
¿POR QUÉ ME OCURRE ESTO AHORA Y ME TENGO QUE PRIVAR DE ALGO QUE ME DA LA VIDA?
Y desde entonces… de nuevo… sin entenderlo nadie… sin poder explicárselo a nadie… sin que nadie pueda entender mi cambio…
Mi vida perdió de nuevo su sentido…
Volví otra vez a sumirme en una intensa melancolía….
Y Carlos, mi marido… continúa leyendo el libro… meses lleva leyéndolo….
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