aprende con penelope

Woman Penelope 

experiencias basadas en hechos reales

la envidia existe solo en aquellas personas que no saben aceptar la felicidad de los demás 

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Fue un cambio de pareja imprevisto 

 

Recuerdo cuando mi amigo Germán y yo conocimos en una discoteca a Laura y a Vicky, dos hermanitas que estaban de vicio. Laura era la mayor, contaba con 16 años y sin duda era la más guapa de las dos, además de tener un cuerpo de locura y Vicky (que pasó a ser mi chica), que tampoco estaba nada mal y por entonces no tenía los 15 cumplidos. Germán y yo rondábamos los 17 y como es natural andábamos más salidos que un balcón. El caso que aquellas dos mujercitas no nos dejaban pasar de unos morreos y a lo sumo una caricia fortuíta en el culete o en una teta distraída, eso sí, siempre con la ropa puesta. Parecía que las dos, bastante creciditas tanto físicamente como mentalmente, querían torturarnos y no dejarnos ni siquiera olfatear su protegida virginidad.. 

 

Como decía, las dos hermanas estaban buenísimas: Vicky (mi novia) tenía una cara muy dulce con unos ojos averdados, una nariz respingona y el pelo castaño y largo hasta media espalda, sus tetas eran algo pequeñitas, pero muy bien puestas cuando se le entreveían con el bikini y lo más bonito era ver sus piernas con esas minifalditas tan sexys que llevaba. 

 

Su hermana Laura pasó a ser la pareja de mi amigo Germán y era sin duda la más maciza, mucho más mayor que su hermana en todos los sentidos y con el cuerpo lleno de redondeces, hecha toda una mujer . Unos ojos grandes verdes penetrantes, unos labios carnosos que a mi me volvían loco, un pelo moreno y rizado, un culito perfecto y un abultado coñito que se adivinaba riquísimo bajo sus ajustados pantalones. Germán había sido más afortunado y yo a pesar de que mi novia estaba muy rica, la que me gustaba realmente para pegarme un retozón era Laura, pero el caso es que nos emparejamos así y al fin y al cabo no me podía quejar.

 

Pasados tres meses seguíamos como al principio, sin comernos una rosca en cuanto al sexo se refiere y con unos dolores de huevos terribles, pues las dos niñitas nos ponían a cien y luego nada de nada. Eso sí, habíamos explorado con nuestras lenguas las suyas, habíamos adivinado como eran sus cuerpos palpando disimuladamente bajo sus ropas e incluso alguna vez llegué a meter la mano bajo su camiseta y acariciarle una teta a Vicky, pero eso no duró mucho. Ellas decían que no eran estrechas, que lo que querían era tener más tiempo para decidir si éramos los chicos adecuados para estrenarles su preciosa flor. Las muy putitas nos ponían como motos cuando íbamos a la playa con ajustadísimos y diminutos bikinis y tanto Germán como yo teníamos que disimular nuestras evidentes erecciones y cascarnos mil pajas al llegar a casa, pues como digo, no pasábamos de besarnos y de acariciarnos con ellas. Germán y yo lo comentábamos siempre, que a ver cuando iba a llegar ese día mágico en el que tanto ellas como nosotros disfrutáramos de lo desconocido: el sexo. 

 

Un buen día se nos ocurrió la brillante idea de hacer una miniacampada de fin de semana los cuatro y todos estuvimos de acuerdo, aunque pasamos por los problemas de que a ellas en casa les dieran permiso. Al final la cosa fue mejor de lo previsto e inventándose la excusa de dormir con unas amigas ( y no con dos terribles lobos salidos) pareció convencer a sus padres y pudimos ir los cuatro de acampada. 

 

Mi amigo y yo lo habíamos planeado de tal forma que localizamos un sitio apartado, romántico, junto a un río y que pasado el tiempo la naturaleza hablaría por si sola y podríamos copular con nuestras hembras, como cualquier otro animalejo del entorno. 

 

El sitio en cuestión era alucinante, bastante alejado de ninguna parte, en una pequeña pradera, junto a una pequeña cascada y un bosque de abetos. Tanto a las chicas, como a nosotros nos encantó el sitio, aunque a ellas les daba algo de miedo estar tan alejados de todo, pero el paisaje merecía la pena (primer punto de nuestro objetivo). 

 

Montamos la tienda antes de que anocheciera entre Germán y yo, mientras las chicas (siempre juntas) se fueron a un apartado a hacer sus pipís. Nosotros planeábamos como nos lo íbamos a montar y decidimos ser cariñosos y románticos, quizás de esa manera conseguiríamos nuestro objetivo. Mi amigo, al igual que yo, me comentaba lo cachondo y excitado que estaba y con solo hablar de las chicas y la posibilidad de estrenarnos con ellas nos producía una terrible excitación a ambos.

 

Laura y Germán preparaban la cena y Vicky y yo fuimos a buscar leña seca para hacer una hoguera, pues la noche se presentaba fresquita.

 

Cuando mi chica estaba acumulando leña en el suelo me quedé observándola detenidamente, mientras ella, agachada, apilaba los leños de la hoguera, se volvió a mi, me miró fijamente y algo extrañada, momento que aproveche para izarla de sus brazos hasta ponerla de pie frente a mi, besarla con pasión y decirle en un susurro:

 

– Oye Vicky, ¿sabes que te quiero mucho?

 

Ella me sonrió dulcemente, se abrazó a mi y me devolvió otro apasionado beso mientras yo apretaba su estrecha cintura.

 

– Y yo a ti – me contestó.

 

La cosa parecía ir mejor de lo previsto y me atreví a sugerir algo más explícito:

 

– Te deseo, ¿sabes?

 

Su cara resplandecía y me contesto con su linda sonrisa:

 

– Yo también te deseo (eso me animó mucho más a seguir).

– ¿No te gustaría que hiciéramos el amor?

– Prefiero esperar un poco, aunque tengo muchas ganas.

– Al menos déjame verte desnuda y poder acariciarte y besarte.

– No, sabes que prefiero no hacerlo todavía, ya encontraremos el momento ¿vale?.

– Vamos cariño, solo quiero ver lo preciosa que eres.

– ¿otra vez vas a volver con lo mismo? No quiero que seas tan impaciente, ya tendrás tu parte del pastel tonto.

 

Aquello me dejó un poco aplanado pero al mismo tiempo con algo de esperanza. Me quedé callado y no insistí más. No quería presionarla y tampoco quería romper el encanto yendo demasiado deprisa y tomándola de la mano volvimos hacia la tienda con los otros. Ellos parecían haber hablado igualmente del tema, porque Germán me guiño un ojo y me hizo una seña a modo de ¡ calma amigo, todo puede suceder !

 

Así pasó el primer día, o mejor dicho la primera noche, con una nueva experiencia: dormir con nuestras chicas, aunque cada uno estuviera metido en su saco. 

 

Cuando me desperté por la mañana, las chicas habían desaparecido de la tienda, pero se les oía reír y vociferar desde lejos en el río. Se asearon a pesar de la baja temperatura del agua. El día era luminoso, resplandeciente, el cielo azul celeste y lugar parecía más hermoso aún. También me parecieron hermosas las hermanitas cuando se acercaron a la tienda riendo y cuchicheando entre ellas, ambas tapadas exclusivamente con una toalla rodeando sus juveniles cuerpos. Germán se despertó por el escándalo y se asomó desde la tienda para ver a esas dos bonitas chavalas. Las hermanitas se despojaron de las toallas: Vicky llevaba un bikini de rayas, de esos que la braguita lleva cordones en las caderas y que te dan ganas de tirar de uno de los extremos y dejar a la prenda caer al suelo. Estaba preciosa, su cara y su pelo brillaban por el baño y el sol de la mañana reflejaba la textura fina de su piel. Laura, con su pelo recogido en una coleta, estaba que se salía con un bikini diminuto de color violeta, que solo tapaba aquello que tanto mi amigo como yo, deseábamos ver, cuando se dió la vuelta para extender la toalla en el suelo pudimos observar como la braguita del bikini estaba metida en la rajita de su redondo culete. Se dió la vuelta con sensualidad como adivinando nuestros pensamientos. Sus ojos verdes se aclaraban con la luz de la mañana y sus carnosos labios parecían aún más grandes y deseables. La empalmada que yo tenía esa mañana era fuera de lo normal. Me levanté sin pudor, me quité la camiseta, quedándome en bañador y las dos chicas rieron con ganas al ver mi trempada bajo el traje de baño. 

 

– ¿Que pasa? – pregunté con cierto enojo.

– Nada, nada… – contestaron las tías al unísono y riendo.

 

Me dirigí al río y al meterme en el agua, mi erección desapareció por completo, pues la temperatura del río debía estar muy cercana a la congelación o así me lo pareció, pues no pude pasar de las rodillas y lavarme un poco la cara. No comprendía como las chicas se habían bañado por completo, llegándose a mojar la cabeza. Al rato llegó Germán y reaccionó como yo, dando un alarido semejante al de un cerdo en plena matanza. Nos lavamos prácticamente como dos gatos y salimos hacia la tienda. Al vernos llegar, las chicas seguían con sus cuchicheos y sus risitas, parecían estar algo cachondas o eso me parecía, el caso es que nos tumbamos los cuatro a tomar el rico sol de la mañana que ya empezaba a picar. Se estaba divinamente allí tumbado con los ojos cerrados y agarrado a la mano de mi chica..

De pronto un fuerte ruido nos hizo incorporarnos a los cuatro, nos quedamos sentados mirándonos y algo asustados, pues el ruido parecía un petardo o algo parecido y eso en un sitio tan tranquilo se sentía con mayor intensidad. No sabíamos lo que sucedía hasta que el ensordecedor ruido volvió a sonar y esta vez me percaté que se trataba de disparos. Todas las aves del contorno salieron pitando del bosque en otro escandaloso ruido que dejó al bosque tan callado como una tumba.

Germán me miró y preguntó:

 

– ¿son disparos?

 

Me mostré bastante sereno como si quisiera controlar la situación:

 

– si, deben ser cazadores, posiblemente haya corzos o jabalíes por aquí.

 

Al rato oímos el ladrido de varios perros que no tardaron en llegar hasta el claro donde nos encontrábamos tomando el sol. Los canes adiestrados se acercaron, nos olieron y como no les interesábamos lo más mínimo desaparecieron en la espesura del bosque buscando a diestro y siniestro. Unos minutos después apareció un cazador con su arma en ristre, pues su presa debía encontrarse cerca. Al vernos se detuvo en seco. Era un hombre corpulento o más bien gordete, de unos 50 años, un bigote gris al igual que su cabello que tapaba con una vieja y sucia gorra. Se aproximó hasta donde estábamos y casi gritándonos nos preguntó:

 

– ¿que cojones hacéis aquí?

 

Intentamos explicarle, pero aquel palurdo no nos dejó oportunidad. Volvió a increparnos y esta vez apuntando su arma hacia nosotros:

 

– ¿no sabéis que esto es un coto privado? Ahora os pego un tiro y me quedo tan pancho…

 

Instintivamente yo levanté las manos sin darme cuenta de como reaccionaron los demás en ese momento. Le pedí disculpas:

 

– Perdone, nosotros no sabíamos…

– ¡Calla hijoputa! ¿quien te ha dicho que hables?

 

Aquel cabronazo no dejaba de apuntarnos con su escopeta y la cara de mala leche que tenía le fue cambiando a medida que se fue fijando en las chicas, las observaba de arriba a abajo, su joven y morena piel tapada únicamente por sus reducidos bikinis. El tipo cambió su rostro en una sonrisa de malicia:

 

– ¡ Manolo, Manolo, ven ! , ¡ mira lo que tenemos aquí !

 

De vez en cuando se carcajeaba, seguramente de la cara de acojono que se nos había quedado a los cuatro. No sabíamos sus intenciones, pero no parecían nada buenas. Germán quiso intervenir pidiendo su comprensión, pero el tío se limitó a darle un puntapié en la barriga que dejó a mi amigo retorciéndose de dolor en el suelo. Las chicas estaban muy asustadas, Vicky se agarró a mi por detrás y se la oía gimotear, Laura se acercó a Germán e intentó calmarle de alguna manera. 

 

– Oiga, nosotros no hemos hecho nada – le gritó Laura al tiparraco con lagrimas en los ojos, mientras atendía a su novio en el suelo.

– ¡ Cállate putita si no quieres que te pegue otra ostia a ti !

 

Al poco rato apareció el susodicho Manolo , de la misma planta que el primer cazador, aunque algo más delgado y bastante calvo, venía acompañado de un chaval de nuestra edad que debía ser el hijo o el nieto de alguno de ellos.

 

– ¿que has encontrao Tomás?

 

Cuando se acercó y nos vió a los cuatro agrupados y abrazados con los huevos de corbata, no pudo reprimir una carcajada que resonó por todo el contorno. El chavalillo se reía nerviosamente. 

El tal Manolo dijo entre risas:

 

– vaya piezas, vamos a pegarles un tiro.

 

El otro hombre se reía igualmente sin dejar de apuntarnos con su escopeta. Debo reconocer que en esos momentos todos creíamos que iban a cumplir su promesa de freírnos a tiros. El gordete sonrió a su amigo diciendo:

 

– Si, pero antes vamos a divertirnos un poco ¿no?

 

No sabíamos exactamente lo que querían de nosotros, pero seguro que nos iban a putear de alguna manera.

Manolo miró a Germán y le ordenó levantarse del suelo. Mi amigo lo hizo obedientemente pues el arma del otro le apuntaba directamente a la cabeza.

 

– Vamos, separaos un poco, que queremos ver a esas niñitas bien. – ordenó.

 

Ahí estábamos los cuatro, en pie sin saber que hacer ni que decir, más asustados que otra cosa y esperando sus deshonestas intenciones.

Otra vez el calvete Manolo se dirigió a Germán:

 

– A ver tú, quítale el bikini a esa nena, que queremos verla bien. – dijo señalando a mi novia.

 

Yo me interpuse queriendo defender a mi chica.

 

– Oye, deja a mi novia.

– ¿Quien coño te ha dicho que hables? – dijo el otro tipo con cara de mala leche.

 

Hubo un silencio y los dos hombres se impacientaban sin dejar de apuntarnos con sus armas.

 

– ¡ Venga, que la despelotes ! – volvió a ordenar a Germán.

 

Germán tenía la cara desencajada por el miedo y obedeció a los dos cazadores. Se acercó hasta donde estaba Vicky y con una sonrisa intentó soltarle el cordón del sostén del bikini, pero ella se resistió zafándose de él sin dejar de llorar y agarrándose los pechos como si se los fueran a robar.

 

– No, por favor. – suplicaba.

 

El calvo apuntó a mi cabeza y siguió pidiendo con insistencia que continuara. Yo le pedí a Vicky que se tranquilizara y que hiciera lo que nos pedían si no quería que nos matasen allí mismo.

Germán volvió a intentarlo y esta vez Vicky no se resistió. Su cara estaba llena de lágrimas y se le notaba muy nerviosa. Mi amigo soltó el cordón del bikini de mi novia y el sostén cayó al suelo quedando sus tetillas, que yo nunca había podido verle, a la vista de todos, ella se tapaba como podía las tetas muy avergonzada y asustada. Los dos viejos verdes reían con ganas.

 

– Venga, quítale las braguitas, a ver que tiene ahí debajo – insistió el calvete.

 

Otra vez Vicky se resistía a que mi amigo le quitara la otra pieza del bikini, pero de nuevo la miré y la sonreí para que se animara y así no nos pasaría nada.

Germán soltó el cordoncillo del bikini de ambos lados y su única prenda se deslizó hasta el suelo. Con una mano tapaba su pubis y con la otra intentaba ocultar sus pechos, pero era inevitable poder ver su desnudez y su hermoso cuerpo que yo hasta entonces no había podido observar. Empecé a notar una erección incontrolable a pesar de estar muerto de miedo.

 

– Joder, vaya con la niña, no está nada mal ¿eh? – dijo uno de los tipos sin dejar de reírse.

 

El chaval que iba con ellos tenía los ojos como platos y debía ser, al igual que nosotros, la primera vez que veía a una chavalilla tan hermosa en bolas.

 

– Bueno nena, ¡ quítate las manos ! , ¡queremos verte bien! – dijo el llamado Tomás. 

 

Como ella no obedecía, el tiparraco se acercó hasta ella y con la misma escopeta le fue apartando los brazos que tapaban su pecho y su coñito. Al sentir el arma pegado a su cuerpo, mi chica no tuvo más remedio que apartar sus manos y dejar caer sus brazos para demostrar ante la vista de todos su juvenil y precioso cuerpo. Sus tetas eran pequeñitas, algo blancas, debido a la marca del bikini, su conejito era castaño como su cabello y recortado en forma de triángulo que se me hacía divino. Sentía rabia y odio por esos tipos que nos estaban torturando, pero al mismo tiempo mi excitación iba en aumento. 

 

– ¡Por favor, por favor, no me violéis! – rogaba con la cara de lágrimas la pobre Vicky y sus manos a la altura de su barbilla suplicaban a esos matones que la dejaran en paz.

– ¿Que dices zorrita? ¿crees que estamos locos?, no vamos a acabar nuestros días en la cárcel por culpa de dos putillas como vosotras, pero creo que divertirse no esta prohibido ¿no?, así que ¡divirtámonos y disfrutemos viendo lo buenas que estáis! -contestaba el Manolo mientras se relamía.

 

Vicky pareció respirar más tranquila aunque seguía aterrorizada sin saber ella misma lo que aquellos dos matones pretendían…

 

– Bien muñequita, ya vemos lo buena que estas, y ahora quítale el bañadorQ a tu amigo, a ver si aprendes a ponerle cachondo…. – le dijo señalando con el arma a Germán.

 

Vicky dudó de nuevo, pero la mirada de aquellos tipos era preocupante, sin dejar de gimotear, se acercó a mi amigo y mirándole a los ojos con carita de acojono, le bajó el bañador hasta que apareció la polla de Germán botando como un resorte ante sus ojos, se quedó algo sorprendida por el tamaño. Los dos hombres y el chaval que les acompañaba rieron con ganas ante la situación. 

 

¡Vaya estampa!  Ahí estaba mi novia completamente desnuda frente a frente con mi amigo despelotado y observándole la polla, que de seguro era la primera que veía en vivo y en directo, no le quitaba ojo, creo que le gustaba verla. A pesar de ser mi novia la que estuviera frente a mi amigo completamente en bolas, no podía dejar de admirar su juventud, su belleza y su impresionante cuerpo, aquello me excitaba cada vez más y mi empalmada me delataba bajo el bañador.

 

– Mira este como anda – dijo señalándome – , jajajajajaja, le pone cachondo ver a su novia en pelotas con otro eh?, jajajajajaja. 

 

Las risotadas de aquellos energúmenos sonaban por todo el contorno como un eco ensordecedor.

 

– Niña, hazle una paja. – ordenó el gordo a mi novia.

 

Vicky no había apartado su mirada de la tiesa daga de mi amigo y como una autómata tomó el instrumento en su pequeña mano. Me parecía verla sonreír o al menos su rostro de terror había desaparecido para convertirse en curiosidad. Su diminuta mano comenzó a subir y a bajar el instrumento de Germán casi instintivamente, mientras él cerraba los ojos en una sensación nueva y placentera. Mi cara debía ser un poema y los dos bestias se carcajeaban a mi cara.

 

– Mira, jajajajajajajaja, parece que a tu chica le gusta cascársela a ese ¿eh?, jajajaja. 

                                                         

Miré a Laura y debía tener la misma cara que yo, mitad de incredulidad por lo que estaba viendo y mitad cabreada de ver a su pareja en manos de otro por muy amigos que fuéramos, ¿quien iba a decirnos que el destino se nos plantearía así?

De vez en cuando, Germán emitía un pequeño gemido y echaba la cabeza hacia atrás sintiendo como la mano de mi novia le hacía estremecer.

                                    

– Bueno, vale por el momento. – ordenó uno de los abueletes.            

 

Vicky soltó el miembro de Germán y se volvió hacia los cazadores esperando su siguiente orden, pues todos sabíamos que la cosa no iba a quedarse así.

 

– A ver chaval ¿has comido coño alguna vez? – le pregunto Manolo a mi amigo.

 

Germán miró extrañado a los dos tíos al tiempo que su polla no dejaba de dar espasmos. Simplemente negó con la cabeza.

 

– Jajajajajaja , vas a probar un coñito tierno, ya verás. Primero cómele las tetas.

 

Germán me miró con dudas, pero la situación no permitía hacer otra cosa que obedecer a pies juntillas sin ninguna oportunidad de negarse ante el cañón que le apuntaba. Mi amigo agarró a mi chica por la cintura y comenzó a succionar uno de sus pezones que pronto se puso tieso. Ella cerró los ojos y emitió un ligero suspiro. Nunca le habían chupado las tetas y eso le estaba proporcionando mucho placer a pesar de la tensa situación. Germán lo hacía con cuidado, lentamente, como si la fuera a romper, iba de una teta a otra haciendo una pequeña pausa para ver como gozaba ante sus chupeteos. 

 

– A ver zorrita, túmbate. – ordenó uno de ellos.

 

Ella me miró con cara de preocupación, parecía que me pedía ayuda, pero yo no podía hacer nada, estaba totalmente acojonado, podía intentar lanzarme sobre uno de esos tipos y quitarle el arma, pero eso se aventuraba harto difícil, más si cabe que eran dos y nada podría hacer para que una vez que me abalanzara sobre uno el otro me pegase un tiro en la cabeza. Vicky se tumbó tal y como le habían ordenado.

 

– Ahora vas a probar un rico manjar – dijo el cazador a mi amigo.

 

Germán entendió perfectamente sus palabras. Se arrodilló frente a Vicky, le abrió las piernas con cuidado y metió su cabeza entre las piernas de ella que arqueo la espalda nada más recibir la lengua en su sexo. Su respiración era cada vez más agitada y sus puños se cerraban en señal inequívoca del nuevo gusto que estaba experimentando. Giró su cabeza y sus dulces ojos me miraron unos segundos como pidiéndome perdón por estar gozando de algo forzado y extremadamente placentero. Mi sangre hervía, pero al mismo tiempo estaba muy cachondo. Vicky estiró los brazos por encima de su cabeza, cerró los ojos y su respiración iba en aumento hasta que todo su cuerpo comenzaba a convulsionarse y emitir fuertes jadeos, sin duda, estaba teniendo su primer orgasmo en manos de otro. Tomó con sus manos la cabeza de Germán y no dejaba de gemir.

Miré a los cazadores y al chaval que les acompañaba y no quitaban ojo de la escena. Germán no dejaba de saborear los dulces manjares de una hembra.

 

– Ya vale cabrón, ahora ponte en pie – ordenaron de nuevo.

 

Como un resorte, Germán se levantó y así permaneció durante unos segundos con su polla en ristre. Vicky seguía tumbada en el suelo y disfrutando de los últimos coletazos del orgasmo que le había proporcionado mi amigo.

 

-Nenita, hazle una buena mamada al chaval. -ordenaron de nuevo a Vicky.

 

Vicky se negó en un principio, pero al oir el chasquido del arma en señal de que estaban dispuestos a disparar, no le quedó más remedio que obedecer. Ella volvió a mirarme, pero sin más se arrodilló frente a Germán y se metió la punta de su polla en la boca, mientras la sujetaba por la base. Sus dulces y tiernos labios estaban ahora rodeando el glande de mi amigo, algo que yo nunca había experimentado ni él tampoco. 

Germán cerró los ojos y no dejaba de gemir y jadear con fuerza.

 

Ahhhhh, uuuuuhhhhh, gggguuuuuaauuuuuu….

 

Yo estaba muy nervioso, irritado y excitado a la vez, una sensación muy extraña.

La polla de mi amigo desaparecía en la boca de mi novia y ambos parecían disfrutar de aquello o al menos a mi me lo parecía. Miré a Laura y su cara no se apartaba de la excitante escena, sus ojos brillaban, estaba preciosa con esa cara llena de miedo e intriga.

 

— Bueno chiquita -dijo uno de ellos dirigiéndose a Laura – ¿tu también quieres plátano?, pues ahora será tu turno, tranquila. A ver tu, desnúdala, que esta muy buena, venga, que la veamos todos… – dijo señalándome.

 

Obedecí a pies juntillas y era algo que siempre había soñado: ver a Laura desnuda, mejor dicho, desnudarla yo mismo. Me acerqué a ella y no se resistió en absoluto, parecía hipnotizada. Solté el broche de su sostén y este cayó al suelo , dejando ante la vista de todos un hermoso pecho, dos voluminosas y tersas tetas. A continuación metí mis dedos por los costados de su tanga y lo baje por sus muslos mostrando toda su desnudez. Era increíble, su cuerpo era perfecto, sus tetas divinas, su vientre liso, sus muslos alucinantes y un coñito muy recortado, casi depilado. 

 

— Venga, chaval, aprovecha y cómetela, que tu novia ya se está divirtiendo bastante, jajajajaja…

 

Mis manos abarcaron aquel espectacular cuerpo, acaricié sus tetas, sus pezones, su ombligo, sus caderas, rocé su pubis, puse mi lengua en su cuello y comencé a besarla por todas partes, estaba totalmente volcado en ese monumento. Ella respiraba muy fuerte y tenía los ojos cerrados, sin duda, aquello le gustaba, luego su respiración se convirtió en jadeo cuando mis labios y mis dientes se comieron literalmente sus preciosas tetas. Laura permanecía inmóvil pero a medida que mi lengua jugaba con sus pezones la chica se fue calentando y relajando sus músculos.

 

Los dos brutos y el chaval disfrutaban de la escena y yo también del magnífico y soñado cuerpo de Laura. Al mismo tiempo Vicky seguía succionando la polla de mi amigo que no dejaba de gemir.

 

– Bueno mamón – dijo el gordete dirigiéndose a mi – a que esperas para comerla el coño, ¿no ves que está deseándolo?

 

Cogí de la mano a Laura y la invité a tumbarse sobre la hierba, ella se dejaba hacer como una autómata, parecía estar en otro mundo. Me arrodillé entre sus preciosos muslos y comencé a acariciarla suavemente, parecía que nada me importaba, en ese momento me concentré en darle placer a ella y a mí mismo sintiéndola entre mis dedos. Primero mis manos sobaban sus tetas y luego las bajaba por su estrecha cintura recreándome en su vientre plano, hasta que mi pulgar llegó a su pubis, allí la masajeé suavemente, sintiendo su suave piel y los ricitos de su virginal chochito, que estaba perfectamente recortado, mostrando sus limpias ingles y un cuadradito diminuto por encima de su rajita. Después me agaché y mis labios se posaron sobre sus ingles percibiendo los dulces aromas de su sexo. Entonces mi lengua comenzó a explorar aquella cuevita de arriba a abajo, mientras ella acariciaba mi cabeza y suspiraba una y otra vez, mis labios se apretaban contra su coño y mis manos acariciaban sus suaves muslos. Ella me sostenía la cabeza y no paraba de gemir. No tardó en tener un orgasmo al tiempo que suspiraba fuertemente.

 

-- Venga chavala, ahora cómesela a él –

 

dijo el tal Tomás al tiempo que se sacaba la polla y se la cascaba ante la imagen que tenía delante. Luego el otro cazador y el chaval le siguieron y allí estaban los tres haciéndose una paja a nuestra salud.

Laura se levantó y sin dudarlo dos veces se arrodilló frente a mi, me hizo una mueca que me pareció una sonrisa y en un segundo se metió toda mi tranca en su boca, aquello me hizo tambalear, sobretodo observar como mi polla desaparecía entre aquellos tiernos y juveniles labios que tanto había deseado. Su lengua jugaba con mi polla como si fuera un helado y a pesar de que ella no tuviera ninguna experiencia para mi era maravilloso…

 

— ¡Venga a follar! – gritó Manolo sin dejar de cascársela.

 

El primer decidido fue Germán y a pesar de que Laura me seguía comiendo la polla no quise perderme aquella imagen cuando mi novia se tumbó diligente sobre la hierba y como Germán le separaba las piernas y jugaba con su miembro sobre el coñito de ella. Vicky cerraba los ojos y con sus manos acariciaba los brazos de Germán.

 

— ¡No, no, por favor!- 

 

grité de pronto, separando a Laura de mi y acercándome a los cazadores para suplicarles que pararan todo aquello, era demasiado y no debía continuar, no quería que mi amigo desvirgase a mi novia de esa manera ni que los cazadores disfrutaran de algo que era tan mío… pero nadie me hizo caso, los cazadores ni me respondieron y siguieron en su tarea de pajearse a gusto, mi novia seguía con los ojos cerrados y Germán tras echarme una mirada, volvió la vista al coño de Vicky y aquello le superó, de una embestida se la metió hasta la raíz.

 

Mi novia gritó y al tiempo empezó a gemir más y más fuerte al tiempo que sostenía el culo de Germán y se le acercaba a ella cada vez que este la sacaba unos centímetros y así se la folló sin compasión, si, si, mi novia estaba siendo desvirgada y follada con ganas por mi amigo Germán y los dos gozaban de lo lindo a tenor de sus suspiros, jadeos y gemidos.

 

Con cierta rabia y excitación, me dirigí hacia Laura, la tumbé en la hierba, situé sus hermosos muslos sobre mis caderas y coloqué mi polla a la puerta de su recortada y adorada gruta, hice la misma operación que Germán, le miré, pero él estaba muy ocupado tirándose a mi chica, por lo que miré a Laura, que pedía a gritos con su mirada que continuase y sin dudarlo ni un segundo más, se la metí hasta el fondo. Ufff ¡Que sensación!, ¡que pasada!, el hecho de sentir como mi polla se adaptaba a aquel estrecho y caliente agujero era demasiado para mi y también debía serlo para Laura, pues gritaba como una posesa, salí unos centímetros de su húmedo sexo y volví a clavársela de nuevo en una sensación tan agradable que me hacía temblar de gusto, ver su linda cara sonriéndome y disfrutando, sus tetas bailando al compás de mis embestidas, sus hermosos muslos rodeados por mis brazos y mi polla desapareciendo en su precioso coño era demasiado, más aún cuando la oí gemir y repetir mi nombre varias veces hasta que la invadió un orgasmo espectacular y casi sin poder aguantar dos minutos me corrí dentro de ella mientras me desplomaba sobre su sudoroso cuerpo.

 

Cuando levanté la vista vi como Vicky seguía disfrutando de otro orgasmo y como Germán se acercaba al suyo, en un momento la inundó con su leche que de tanta cantidad se salía de su agujerito y se resbalaba por sus muslos…

 

Nos quedamos rendidos en aquella espectacular e inesperada experiencia, mientras los cazadores después de soltar sus chorros de leche a diestro y siniestro desaparecían de escena y nos dejaban solos como si realmente aquello no hubiera ocurrido.

 

A los pocos minutos estábamos de nuevo los cuatro follando como si tal cosa y disfrutando de aquella maravillosa experiencia. ¿quién nos lo iba a decir?

 

A partir de ese momento cambiamos de pareja, Germán se quedó con Vicky y yo con Laura. ¡cosas de la vida!

 

 

 

noviembre2023@womanpenelope.es